MBO: cómo comprar la empresa en la que trabajas
¿Qué hacer si tu empresa planea desinvertir para obtener liquidez? ¿Y si el fundador se jubila y no tiene descendencia? Éstas son sólo dos situaciones en las que puede producirse una venta de la compañía. Sin embargo, hay un camino intermedio: el MBO.
El término anglosajón Management Buy Out (MBO) esconde un concepto tan sencillo como la compra de la empresa por parte de su equipo directivo o su gerencia o empleados. O, mejor dicho, la incorporación de dicho equipo al capital de la compañía, puesto que no es habitual que pueda hacerse con el control accionarial total. Este tipo de operaciones suelen requerir la participación del capital riesgo, que es quién la lidera tomando una participación importante en el capital y facilitando el apalancamiento mediante la búsqueda de financiación. Una operación de MBO convierte a los directivos en accionistas con una inversión de capital relativamente pequeña.
Entonces, ¿por qué es una figura tan poco conocida? Sencillamente, porque no ha gozado de buena imagen. Hasta ahora. “Sociológicamente, los MBO estaban relativamente mal vistos aquí; había cierta resistencia de los directivos para ir a sus patronos y plantearles la compra”, señalan expertos.
Las ventajas de una operación de este tipo son claras. Siempre se trata de empresas que presentan un riesgo muy bajo, un futuro previsible y halagüeño, un capital humano ya formado, con una cartera de clientes y con unas marcas consolidadas en el mercado, y sobre todo que son conocidas desde la entraña por aquellos que las van a comprar, es decir, sus gestores. Por tanto, aunque sea una opción más cara que crear una nueva sociedad, el equipo directivo no tiene que partir de cero, sino que se puede beneficiar del lugar alcanzado por la empresa gracias, entre otros, a su propio esfuerzo. Y para los socios financieros, la participación accionarial de los directivos ofrece una garantía de compromiso con el proyecto.
Un negocio bien encauzado
El MBO es una solución adecuada para múltiples situaciones, aunque “en líneas generales, deben ser empresas en fase de crecimiento, situadas en nichos claros de mercado y en sectores rentables con proyección de futuro y volumen de negocio estable y creciente. La idea esencial es que la empresa debe tener un flujo de caja estable que permita atender las necesidades de inversión, así como repagar la deuda financiera”, apuntan los expertos:
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Un negocio rentable. Se explican que la empresa “debe ser rentable o tener un gran potencial de rentabilidad futura”, con el fin de generar una caja que permita repagar la deuda.
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Resultados y balance saneados. “Su cuenta de resultados y su balance deben estar saneados y con poca deuda”.
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Inversiones limitadas. “La empresa no debe requerir inversiones importantes, de forma que la mayor parte de los fondos que genere se pueda destinar al pago de intereses y a la cancelación de la deuda adquirida para la compra”, concluyen los expertos.