Aprenda a 'vivir sin jefe' a través de altas dosis de cultura
Según cuenta Sergio Fernández, asesor de comunicación de varios ayuntamientos de la comunidad de Madrid, en su nuevo libro 'Vivir sin jefe' (Plataforma Editorial) "hay más gente de lo que creemos que podría ser emprendedora, pero no sabe cómo". Teniendo en cuenta que en España más de la mitad de los proyectos empresariales no superan el primer año, trabajar por cuenta propia se convierte en una actividad atrevida para unos pocos.
Los obstáculos de partida con los que cargar, dificultan la entrada de la mayoría de los autónomos en el mercado empresarial. Desde las trabas burocráticas que implican hacer legal un negocio, a moverse por un entorno fiscal favorable para conseguir avales bancarios, pasando por cuestiones más humanas, como tener confianza en uno mismo, conocer los entresijos del sistema de mercado, gusto por el riesgo, poseer creatividad, y lo más importante, "ilusión".
En este aspecto, Fernández detiene su atención y realiza un desglose divertido y ameno sobre los prolegómenos inseparables en el inicio de partida de todo profesional. "Muchos libros te dicen lo que tienes que hacer, pero ninguno lo que 'no' tienes que hacer", dice sobre un libro que advierte sobre los errores frecuentes del sector. Para la supervivencia recomienda "no dedicar toda tu vida a un sector que no es afín a ti. Hay que luchar por lo que se cree, sin esa premisa todo es un fracaso".
1º lección:
Según Corleone, 'meditar y actuar'
Fernández pone como ejemplo el clásico 'El padrino' para dar cuenta de lo que significa un acuerdo efectivo como comercial. En un momento de la película, Vito Corleone, se encuentra en una negociación ante un posible pacto mafioso, su hijo Sonny le interrumpe con descaro, Vito se enfada y responde: 'Cuando hables de negocios con extraños nunca vuelvas a decir lo que estás pensando', asevera con enfado el cabeza de familia, quien no quiere mostrar a las otras familias las discrepancias internas que hay el seno de su familia, ya que pueden dar lugar a una imagen de debilidad en mitad de un entorno hostil.
En este sentido, este emprendedor antes que escritor, cree que "hay que aprender a saber colgar, meditar, tomarte tu tiempo para luego volver a llamar" en situaciones tensas de discursión. "Para saber vender hay que soportar la presión psicológica, la incertidumbre de no saber si vas a cerrar mañana". Por ello, aconseja a los autónomos que imponen su propia dinámica de trabajo "ser constantes, pero sin desfallecer". "No ponerse en barbecho uno mismo por no poder parar de trabajar puede acabar con tu salud", asegura. En contrapartida, "es conveniente generar un pequeño club de emprendedores" para evitar la soledad. "No formar parte de redes es un error, ya que si concedes un favor siempre se te devolverá".
Al igual que se hace necesaria la amistad entre profesionales del mismo sector, sugiere "caminar hacia la independencia financiera". "Hay que tener a disposición siempre activos que te aporten liquidez. Así como un depósito de reserva", concluye.
2º aprendizaje:
Ser autodidacta
Álvaro Cuadrado, director de una productora audiovisual llamada de 28 Norte decidió darse de autónomo con tan sólo 24 años tras ver cómo la televisión rechazaba una idea que él mismo quería llevar a cabo, "me dijeron que era demasiado joven para desarrollarla", asegura. Su inversión inicial fueron 10.000 euros que destinó a comprar una buena cámara y un ordenador para editar vídeos. "Lo importante de esta forma de trabajo es poder realizar trabajos imponiendo tu propia creatividad de por medio, sin las directrices y ataduras que impone la empresa".
El inconveniente, cuenta, "es dedicarle tu tiempo completo y cargar con los altibajos del mercado". Sus claves para permanecer en un mercado muy competitivo como es el audiovisual pasan por "simplificar y ser autodidacta" en un negocio donde "sale uno de cada 20 proyectos". Ejemplos como el de este joven empresario ponen de relieve las coincidencias continuas en las que se ven inmersos todos y cada uno de los atrevidos titulares de un negocio.
3º clave:
Saber ver oportunidad de negocio
Virgina Irurita es una emprendedora de 40 años que anteriormente había dedicado su vida a trabajar para el sector financiero. Aficionada a viajar, un día decidió embarcarse a finales de la década de los 90' en un proyecto inusual para las agencias de viajes del momento, proporcionar a turistas norteamericanos la posibilidad de tener 'una experiencia española 'intensa' a través del contacto cultural con sus costumbres' a través de 'Made for Spain', una agencia que proporciona "viajes a la carta".
En España "se nos educa para ser empleados, no para emprender", asegura esta autónoma que inició este proyecto sin tener ningún tipo de experiencia anterior. Irurita vio oportunidad de mercado en un sector que estaba inundado por el 'turismo de sol y playa'. "Me decían, ¿te has vuelto majara? ¿comenzar en un negocio completamente desconocido para ti? Al final resulta que funcionó a pesar de los problemas iniciales con los que tuve que lidiar, como el problema burocrático que conlleva que te concedan una licencia", explica.
Para poder comenzar tuvo que soportar un costoso aval bancario de 130.000 euros que le exigía el banco. Lo logró gracias a ser miembro de la 'Unión Nacional de Agencias de Viajes', "una sociedad colectiva que me permitió firmar a través del respaldo que me brindaron los integrantes de la asociación", dice, en un contexto "en el que hay tener buenas compañías de apoyo".
4º: lección:
Hacer un 'histórico' de clientes
Laura Toronjo, autónoma de 32 años, se dedica a gestionar la comunicación de diferentes ONG's. A diferencia de Irurita, sí conocía las rutinas laborales del proyecto en el que se embarcó. Su conquista fue comenzar con una cartera de clientes ya constituida, "trabajaba de una forma voluntaria, sin remuneración", explica. El proyecto ONG en el que colaboró antes de emprender allanó el terreno posterior. "Tras tomar la decisión de ir por mi cuenta, la fundación ya me había proporcionado clientes con los que arrancar", asegura. "Hubo gente de mi entorno que también se animó a emprender en sectores lucrativos.
Fue determinante para que yo tomara mi decisión final". Uno de sus grandes errores, "es no haber hecho al inicio 'un histórico'", a modo de registro, del tiempo que le dedicaba a cada cliente. "Es fundamental para saber, en función del dinero que aporta cada uno, a qué producto dedicarle mayor tiempo. Es una manera de rentabilizar los costes para así luego ampliar tu pequeño negocio", concluye.